La psicomotricidad es una práctica basada en la relación a través del cuerpo, relación tónico-emocional, que permite al niño/a transitar por todos los niveles de expresión de su historia corporal y psicoafectiva (desde lo más arcaico, tónico y sensorial hasta llegar a la posibilidad de simbolizar), bases de la construcción de su identidad y capacidades/competencias motrices, relacionales y cognitivas futuras.
Es una intervención global, no está dirigida a trabajar un aspecto parcial del niño/a o de su sintomatología. Está dirigida a todo niño/a con dificultades en su proceso de maduración psicológica, sufriendo alteraciones en su expresividad motriz, ya sea como consecuencia de factores biológicos, neurológicos, afectivo-emocionales o relacionales.
La psicomotricidad favorece el desarrollo armónico de la persona porque es un medio privilegiado para estimular los procesos de crecimiento y de desarrollo de la propia identidad a partir de aquello que es más genuino en la infancia que es el juego espontáneo.